El glaucoma es una enfermedad progresiva de los ojos que puede causar ceguera si no es tratada.
Es especialmente peligrosa porque generalmente en sus comienzos no presenta síntomas. Por esta razón hay quienes se refieren al glaucoma como ‘’el ladrón sigiloso de la visión’’.
¿QUÉ CAUSA EL GLAUCOMA?
Dentro del ojo, entre el cristalino y la córnea, hay un líquido transparente que se produce y se elimina continuamente.
Si disminuye el drenaje de este líquido por sus canales naturales, se produce acumulación del líquido y aumento de la presión dentro del ojo.
Esta mayor presión disminuye el flujo de sangre y comprime al nervio óptico ocasionando daño en los ojos.
¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS?
El glaucoma es sus inicios, no da síntomas. Si advierte síntomas en su visión, es que ya ha sido afectada.
A veces puede notar:
1. Cambio frecuente de anteojos (ninguno es satisfactorio)
2. Dificultad de adaptar la vista en lugares oscuros.
3. Pérdida de la visión lateral.
4. Arcoíris en forma de anillo alrededor de las luces.
5. Dificultad para enfocar la vista en objetos muy próximos.
6. Estos síntomas no siempre son señales de glaucoma, pero si muestra usted alguno, hágase examinar para saber qué significan en su caso.
¿A QUIÉN ATACA?
El glaucoma puede ocurrir como resultado de varios factores. Aunque el tipo más frecuente ocurre después de los 30 años, puede aparecer también en niños y en jóvenes. Puede ser también resultado de un golpe a los ojos o tratarse de otra forma de la enfermedad de aparición brusca y con dolor y puede desencadenarse por tensiones emocionales. Frecuentemente el glaucoma es una condición hereditaria de modo que debe usted tomar precauciones especiales si alguien lo padece en su familia.
¿CÓMO TRATA?
Actualmente no hay cura para el glaucoma. Sin embargo, una vez que se detecta, su progresión puede ser detenida. Cuanto antes se diagnostique, mayor será la posibilidad de prevenir una seria pérdida de la visión.
Es frecuente que los médicos traten el glaucoma con medicamentos, especialmente en forma de gotas oculares. En algunos casos recomiendan cirugía para facilitar la salida del líquido acumulado entre el cristalino y la córnea, en ocasiones el uso de rayo láser.